En el claro de la luna...

Sin saber porque ni porque no, sin esperarlo siquiera, como una revelación, anoche pude ser consciente, por fin, que soy feliz…así, sin más, en una tarde de domingo triste y buscando la soledad, acompañada solo de buena música, con las lagrimas asomando por los bordes de los ojos, desperté de una pesadilla de años y me enfrente a una realidad que había estado esquivando mucho tiempo. Alguien me dijo “no sé que me está pasando, dímelo tu…” y buscando una razón para su tristeza me tropecé con las muchas razones que forman mi alegría. Repase los momentos en que me di cuenta que mi vida no me gustaba, repase los días de la marmota que habían conformado mi vida durante años, las decisiones posteriores, los errores, las caídas, las veces que volví a levantarme…Y me di cuenta que soy feliz, a pesar de todo y de todos, soy feliz, y es cierto que la vida puede ser maravillosa si nosotros queremos que lo sea, que no hay que buscar nada, solo disfrutar de lo que llega. Si perdemos el tiempo en lamentarnos por lo que no tenemos no seremos capaces de gozar de lo que sí tenemos cerca, de alegrarnos con los que nos quieren y aprovecharnos de lo que nos ofrecen. Por eso soy feliz, porque a mi lado hay buena gente que me quiere bien, porque tengo lo imprescindible para estar bien, porque mi hijo crece feliz, porque estamos sanos, porque todos los días tengo motivos para reír…porque sueño en plena libertad… sueño la talla del día, del día que fui y del que soy, que del mañana, alma mía, lo tengo soñado hoy…”, porque el paso es dolor pero podemos soñar con el valle de la luz…Quiero gritarlo a los cuatro vientos….SOY FELIZ….y estoy dispuesta a disfrutar de esta felicidad echa de momentos, como retales de una historia que me llena poco a poco de alegrías, y me gustaría compartirla con todos los que sean capaces de alegrarse por mi, de disfrutar conmigo, y de llorar si hace falta justo antes de morirnos de risa…Os quiero…

“En el claro de la luna donde quiero ir a jugar, duerme la reina fortuna que tendrá que madrugar. Mi guardiana de la suerte, sueña cercada de flor que me salvas de la muerte con fortuna en el amor. Sueña, talismán querido, sueña mi abeja y su edad; sueña y si, lo he merecido, sueña mi felicidad. Sueña caballos cerreros, suéñame el viento del sur, sueña un tiempo de aguaceros en el valle de la luz. Sueña lo que hago y no digo, sueña en plena libertad, sueña que hay días en que vivo, sueña lo que hay que callar. Entre las luces más bellas duerme intranquilo mi amor porque en su sueño de estrellas mi paso en tierra es dolor. Mas si yo pudiera hacerle miel de abeja en vez de sal a qué tentarle la suerte que valiera su soñar. Suéñeme, pues, cataclismo, sueñe golpe largo y sed, sueñe todos los abismos, que de otra vida no sé. Sueñe lo que hago y no digo, sueñe en plena libertad, sueñe que hay días en que vivo, sueñe lo que hay que callar. Sueñe la talla del día, del día del que fui y del que soy que el de mañana, alma mía, lo tengo soñado hoy…”

Silvio Rodriguez