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Nacimiento

  • Foto del escritor: Silvia Almirón
    Silvia Almirón
  • 15 dic 2015
  • 4 Min. de lectura

Por el caminito que lleva a Belén una borriquilla, María y José... así comenzó todo... un padre desesperado buscando cobijo para su joven esposa a punto de dar a luz... un viejo establo y un tosco pesebre recibió a este niño que nació para ser especial... y dos mil años después seguimos recordando cada navidad esta historia, que por más que se hace palabra no deja de repetirse en tanto desaliento... Pero paradójicamente, el mensaje no es triste sino esperanzador, por más difíciles que sean las experiencias siempre hay una luz de esperanza. A ese niño lo vistieron los pastores y lo alimentaron con lo poco que tenían para compartir, y a los nuestros…pues a los nuestros son los pastores de hoy, todo aquel con un corazón dispuesto a compartir lo que no le sobra y ser premiado con una sonrisa mágica de agradecimiento. Imagino el miedo que debe provocar en esos padres que sus hijos crezcan entre bombas, o no poder darles ni un poco de pan o agua, o aquellos que no saben cómo explicarles que no se puede decir lo que realmente se piensa porque simplemente está prohibido pensar. Imagino la sensación de alivio cuando una mano amiga les acerca un poco de alivio. Estas fechas nos obligamos a no olvidar que hay que ser solidarios, pero ¿y el resto del año que? Los niños no sólo pasan frio esa noche en la que nació al que llaman el rey de los cielos, por desgracia ese frío es su día a día, se convierte en parte de su vida. ¿Y cómo les aliviamos ese frío?... La verdad, yo soy la primera que me gustaría tener la certeza de cómo hacerlo realmente, pero cuanto más que lo pienso más me invade el desánimo, y termino haciendo lo que la mayoría, bajar los brazos rendidos. Menos mal que no faltan los valientes que con su fe y coraje si encuentran el modo de hacerlo, los voluntarios de los bancos de alimento, los que deciden dejar sus casas y desplazarse al centro del conflicto para montar hospitales, los que dedican su vida a cuidar de los que nada tienen, los que luchan por recuperar las libertades perdidas… Quizás sea en ellos donde los tres reyes magos se han reencarnado, quizás no fuera oro, incienso y mirra lo que ellos llevaban, a lo mejor era esperanza, ilusión y fuerza… Y mientras esta navidad volveremos a cantar la historia de ese niño que nació en un pesebre para ser rey, el rey de los pobres y los desvalidos… ese niño que cambió sin saberlo el rumbo del mundo, que reescribió el destino de muchos… y lo seguimos recordando con la esperanza de que sean mucho más los que nazcan y se llene el cielo de estrellas y que los pastores no se olviden nunca de dar abrigo y que no sabemos que hacer con el incienso ni la mirra pero si con la fe y la esperanza… Y busco esa estrella, y sigo el caminito que lleva a Belén, y me cruzo con la borriquilla y María y José, y ese niño a punto de nacer…

“Por el caminito que lleva a Belén, una borriquilla, María y José. La luna los sigue los quiere alumbrar, y el largo camino, cuando llegará. El viento los mira, María suplica ya no puedo más, tranquila mi vida, decía José, por el caminito que lleva a Belén… Acelera el paso, andando deprisa, que ya se divisa espera mi bien, se acabó el camino, bendito destino, ya estamos muy cerca ya se ve Belén. La noche esta fría, tranquila María buscaré posada, llamaré a las puertas en la madrugada, y tendrás al hijo que tanto esperabas. Nadie abrió las puertas, un frio silencio hubo por respuesta, las calles vacías, ni un alma despierta, tan solo la luna los guiaba inquieta. Por las calles de Belén, camina José buscando cobijo, un viejo establo será donde nacerá María tu hijo. Nos quedaremos aquí, entre el buey y la mula nos dará calor y la luz de luna clara, alumbró su cara, llena de dolor. Cógeme la mano, aprieta con fuerza, que lo estoy sintiendo el momento se acerca gritos y suspiros, sangre derramada, y el llanto de un niño, en la madrugada… ha sido valiente, lo puso en sus brazos, le besó en la frente, ya tienes tu hijo fruto de tu vientre, descansa María que el niño ya duerme. Casi amanecía, nació aquella noche, dormía María, el niño lloraba, José sonreía, y hasta las estrellas a verlo venían. Llegó la mañana, despertó María, mirando a su niño le dio con cariño besos de alegría, tres Magos de Oriente, vinieron a verlo, era su destino y un largo camino para conocerlo. Pastores llevaron al recién nacido, ropitas de abrigo y leñas de olivo pa' quitarle el frío se marchó la luna, estrella y luceros, el sol alumbraba la divina cara del rey de los cielos. Casi amanecía, nació aquella noche dormía María, el niño lloraba José sonreía, y hasta las estrellas a verlo venían. Por el caminito que lleva a Belén, una borriquilla, María y José…”


 
 
 

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